Unos premios intachables

1 julio, 2019

Autor: Mikel Corcuera-Crítico Gastronómico, Premio Euskadi de Gastronomía a la Mejor Labor Periodística 1998; Premio Nacional de Gastronomía en 1999.

Publicado: Noticias de Gipuzkoa, Gastroleku, Saberes y sabores (28 de Junio de 2019)

En este mundo de la gastronomía en el que todo se compra y se vende, todo tiene un precio, y día sí y día también nos enteramos de que sonados concursos culinarios son ganados por el mejor postor o por aquellos que aceptan las condiciones publicitarias del convocante, resulta gratificante comprobar que siguen existiendo premios cuya base se mantiene intachable, y que son  otorgados siguiendo criterios estrictamente objetivos y profesionales.

Es el caso de los Premios Euskadi de Gastronomía (Euskadi Sariak), que este año han contado con un palmarés que cualquier persona con un mínimo criterio culinario aceptaría o, al menos, daría por válido. De todos es sabido que cada cual tenemos nuestras propias preferencias en los ámbitos laborales en los que nos movemos, pero ello, precisamente, nos debe hacer comprender
que no siempre nuestras inclinaciones tienen por qué ser las más acertadas y que los criterios son como los traseros: cada cual tiene el suyo.

La elección de los premiados de este año, al igual que viene sucediendo en todas las ediciones, no puede calificarse sino como intachable, empezando por el Premio Euskadi de Gastronomía al Mejor Restaurador, que ha recaído en el responsable y cocinero de Casa Urola, Pablo Loureiro Rodil. Nadie pone en solfa que Pablo dirige hoy en día uno de los mejores, si no el mejor restaurante
de la Parte Vieja donostiarra. En medio de un panorama cada vez más degradado por mor del turismo y la entrada incontrolada de grupos inversores sin alma ni pudor, Pablo mantiene un nivel de excelencia gastronómica, compromiso con la tradición local y respeto al producto y la estacionalidad que pocos restauradores mantienen a día de hoy. Trabajador incansable, persona abierta
y locuaz, serio y responsable, Pablo ha alcanzado un nivel que debería ser correspondido por las principales guías gastronómicas.
Esperemos que este premio sirva para que se percaten de su existencia.

El Premio al Mejor Director de Sala, en este caso Mejor Directora, también ha sido un gran acierto. Lourdes Rekondo es la muestra perfecta de eso que tanto se echa en falta en la gastronomía actual: el relevo generacional. Lourdes es la digna heredera de la impresionante labor de su padre, Txomin Rekondo, todavía en activo pero alejado ya de las labores diarias del restaurante, que ha realizado una labor tan ejemplar en el mundo del vino y la gastronomía que su hija ha decidido dedicar también a ello su esfuerzo y su vida profesional. El premio concedido a Lourdes no es solo un premio a una hija que enorgullece a su padre; es, a su vez, un premio al propio Txomin por haber conseguido que su pasión cale en sus descendientes. Es un premio, en suma, a un restaurante que, al igual que el anteriormente comentado Casa Urola, ha sabido mantener una personalidad y una idiosincrasia sin fisuras en este mundo actual en el que cada vez es más difícil mantener una oferta diferenciada como la de este templo. Y es que con el paso de los años se ha convertido en destino de peregrinaje de los aficionados al vino de todo el mundo sin perder ni un ápice del carácter tradicional y familiar que lo ha guiado a lo largo de su larga existencia.

UNA VASCA DE ALABAMA No menos merecido es el Premio a la Mejor Publicación Gastronómica, otorgado este año al libro Basque Country, publicado por la norteamericana de Alabama y afincada en Donostia Marti Buckley Kilpatrick. Marti, lejos de publicar una guía gastronómica comercial o convencional, ha editado un libro completo y exhaustivo en el que desglosa y analiza todos los palos de la baraja gastronómica vasca. Marti no se ha limitado a juntar datos y traducirlos al inglés. La joven entusiasta ha investigado, preguntado, consultado a cientos de productores,
cocineros, periodistas… sobre todas las dudas que le ha planteado su trabajo teniendo en cuenta todas las opiniones recibidas, corrigiendo, rectificando… Así hasta finalizar el que sin duda es y será El Libro referencial de cocina vasca en inglés. Un libro que ya cuenta con padrinos tan potentes como Bittor Arginzoniz o José Andrés, y que ya ha comenzado a recibir premios, y no solo el Euskadi de Gastronomía, a los pocos meses de haber sido editado. Marti analiza y exprime todos los ámbitos gastronómicos de nuestra cultura culinaria no limitándose a los primeros espadas, sino ahondando en la tradición, en lo local, en lo pequeño y hermoso… Llama la atención que sea una norteamericana quien haya tenido que venir aquí para que pongamos el foco en las sopas y los caldos, algo que le pareció un tesoro sin igual a esta joven gastrónoma desde el momento en que supo de la existencia de platos como la zurrukutuna, de la que se confiesa adicta admiradora.

Finalmente, el Premio a la Mejor Labor Periodística, que tuve el honor de recibir en 1998, ha recaído en el bilbaino Mikel López Iturriaga, más conocido como El Comidista. Tal vez sea este el más comercial de los premios concedidos, pero es comprensible que la Academia Vasca de Gastronomía siga también una serie de criterios prácticos a la hora de decidir sus premios. Para empezar, nadie discute la importancia popular y mediática de este comunicador nato que ha sabido unir gastronomía, buen rollo y humor en una fórmula imitada pero no igualada, tocando temas muy serios con una sonrisa y poniendo el dedo en la llaga de asuntos con tanta importancia en el mundo de la gastronomía como el servicio de sala, la calidad de los productos, la educación del propio comensal… Además, qué duda cabe, la concesión de esta distinción al bueno de Iturriaga servirá sin duda como sonoro altavoz urbi et orbi de unos premios que muchas veces quedan
relegados al ámbito informativo localista.

Nuestro más sonoro aplauso, por tanto, a los Premios Euskadi de Gastronomía de este año. Eso sí, no olvidemos que, además de estos premios “mayores”, la Academia Vasca de Gastronomía concede también sus propios premios que, consideramos, han sido tan acertados como los premios principales. La falta de espacio nos impide analizarlos hoy, pero en breve daremos cuenta de los mismos, pues consideramos que deben ser comentados al igual que sus “hermanos mayores”.