Fotografía: Escuela de Hostelería de Leioa
Autor: Juan José Lapitz †/Académico de Número.
Publicado en: Saber y Sabor de “El Diario Vasco”
En la Feria “Tolosa Goxua”, organizaron en una ocasión, como actividad paralela , un concurso de torrijas ( traducido al euskera como “torradak”, quizá porque en Bizkaia a este postre se le conoce con el nombre de tostada, y en castellano torrar es sinónimo de tostar) que contó con una nutrida participación.
Se pretendía con ello dar popularidad a un complemento gastronómico de los ágapes carnavaleros. Ciertamente las torrijas, postre común en las cocinas domésticas de Europa y América latina, que antaño se elaboraba para aprovechar el pan que se había quedado duro (en Francia todavía se le llama “pain perdu”), se ha convertido en pieza de repostería que no debe faltar en carnaval y cuaresma.
No siempre, ni en todo lugar, fue así, ya que al Jueves Santo, se le conoce, en argot popular, como el ”día de los torrijeros”, lo cual indica que ese día y los siguientes, cuando ya se festeja la pascua, el consumo era habitual.
Tal como lo concibe la cocina vasca, se trata de cortar en rodajas el pan sobrante, empapar estas en leche azucarada, pasarlas por huevo batido, freírlas y una vez doradas, espolvorearlas con azúcar y servirlas..
Pero la definición académica de la voz torrija dice: “Rebanada de pan empapada en leche o vino…” Me encuentro con fórmulas en las que se hace la sustitución pura y simple de leche por vino. Así se comienza por emborrachar el pan (mejor con un vino oloroso o dulce) y terminar de la forma tradicional. Quizá por esta razón, uno de los sinónimos castellanos de torrija sea borrachera.
Pero he topado con otras recetas en las que la leche marida con el vino en presencia de yemas de huevo. Curiosamente hay una gran coincidencia entre las “torrijas chicharreras de carnavales” y las que, con el nombre de “torrejas”, se elaboran en Cartajena de Indias Como quiera que entiendo que las colombianas, habrán recibido influencia canaria, he aquí como las preparan los tinerfeños (chicharreros)
Aconsejan cortar las rebanadas de pan viejo la víspera y tenerlas cubiertas con un paño en lugar fresco. Se baten tres yemas, y se mezclan con una taza de leche, un cuarto de taza de vino blanco, azúcar, canela y ralladura de limón En esta mezcla se empapan bien los panes, que a continuación se rebozan y fríen. Al momento de servir, hay quien prefiere rociarlas con almíbar, otros optan por la miel, pero en ambos casos, no olviden de impregnarlas por las dos caras. Así de golosos son los canarios.