Autor: Juan José Lapitz†/Académico de Número
Publicado en: Saber y Sabor de “El Diario Vasco”
Son muchas las variedades de la especie “Lycopersicum” que se recolectan, quizá la mas popular sea la conocida como “marmand” de fruto esférico, piel lisa y acentuado color rojo. Está ganando adeptos, el llamado “cereza”, de pequeño tamaño, que se sirve como aperitivo. A la hora de hacer conservas domésticas, las amas de casa se inclinan por el llamado “pera”, alargado y pulpa carnosa, que en tierras de secano dejan que rastree por la tierra sin ponerle tutores. Existen variedades gigantes cuyos frutos pueden alcanzar el kilo de peso. Los hay de forma ovoide, que se conocen también como “de árbol”, originarios de Perú, procedentes de un arbusto que fructifica al segundo año de vida.
Recién han llegado a Euskadi, procedentes de México, donde son cultivados por las poblaciones indígenas, los tomatillos o tomates verdes. Son de la misma familia de las solanáceas pero pertenecen a la especie “Physalis”. Los primeros frutos aquí recolectados, que me regalo mi paisano, son esféricos, achatados, de un diámetros que justamente alcanza los 5 cm., tienen la piel verde y la carne verde amarillenta, llena de minúsculas pepitas y sabor agradable. La nota características es que, hasta bien llegada la madurez, el fruto esta cubierto por el cáliz de la flor, tal como ocurre con el alquequenje, frutilla esférica de color naranja que podemos encontrar en establecimientos dedicados a frutas exóticas.
El tomate verde se emplea en el país de origen, sobre todo para salsas, siendo fruto de buen augurio a causa de la gran cantidad de semillas, no debiendo faltar en los banquetes nupciales. Gracias a las que me ha regalado mi vecina mejicana Merche, espero que el año venidero broten y fructifiquen en “Muralla Uría” (mi huerta) y con ellos pueda hacer una merluza en salsa verde…sin perejil