San Blas, «ora pro nobis»

31 enero, 2012

San Blas, Patrón de la Academia Vasca de Gastronomía.

¿Quién fue éste Santo que cuenta con gran veneración entre el pueblo vasco? ¿Qué relación tiene con la gastronomía?

Los libros de hagiografía nos dicen que Blas fue un Obispo de la ciudad armenia de Sebaste, que ejerció su episcopado a principios del siglo IV, cuando las persecuciones contra los cristianos estaban de moda. Para evitar su muerte sus amigos le sugirieron que se retirara por algún tiempo a un lugar solitario, y así lo hizo. “Vivía en una cueva, los pájaros le llevaban diariamente algo de comida. Los animales acudían mansos a su morada y el tendía la mano sobre ellos y los bendecía”.

En cierta ocasión se le acercó una mujer con su hijo pequeño que estaba a punto de asfixiarse a causa de una espina que se había clavado en la garganta. Blas puso su mano sobre la zona afectada, rogó por su salud y, al momento, el niño sanó.

Aquí tenemos la base sobre la que se sustenta el reconocimiento de San Blas como laringólogo celestial. Hasta nuestros días ha llegado la costumbre de llevar, el día de su festividad diversos alimentos, frutos secos, manzanas y peras de invierno, pan y sal, a la iglesia para bendecirlos, guardarlos cuidadosamente y tomarlos cuando algún miembro de la familia padezca mal de garganta.

En Idiazábal, cuya parroquia esta bajo la advocación de este Santo, se bendicen las rosquillas durante la misa mayor y en Eibar se elaboran para este día, las famosas opillas. En Navarra existe una variadísima colección de tortas, roscas etc. que llevan el nombre de San Blas.

Resurrección M de Azkue, en “Euskalerriaren Yakintza. Literatura popular del País Vasco”, nos dice: “Por fiesta de San Blas se llevan a bendecir pan, borona y muchas cosas, y no se secan todo el año, suelen ser para curar gallinas enfermas y para quitar el mal de garganta”.

Las buenas relaciones de los animales con el ermitaño, quedan reflejadas sobre todo en L’Hospital Saint Blaise, localidad zuberotarra, donde existe una iglesia románica, en torno a la cuál los tres primeros días de Febrero se reunían, los ganaderos de las inmediaciones, daban sal a sus ganados, para preservarlos todo el año de enfermedades. Luego encendían grandes hogueras, comían bebían y danzaban en honor al santo.

Pero no se ocupaban sólo de las bestias, también de las personas, pero en éste caso sin ingesta de alimentos. Los males de garganta o las dificultades para hablar de los niños, se curaban colocando al doliente bajo la campana de la mencionada iglesia, mientras el sacristán la hacía tintinear suavemente.

¡San Blas, ora pro nobis!.

Autor: Juan José Lapitz/Académico de Número. Fotografía: blog Dudipe Bilbao

Publicado en la Revista “Apuntes de GASTRONOMÍAS”, Abril 2001

Ritos en torno a San Blas

  • El día de San Blas se esparce sal en una piedra ancha y la chupan las ovejas y demás animales, que se protejan así de enfermedades.
  • El día de San Blas no se hila. Si se hila la hilandera suele tener mal de garganta.
  • El día de San Blas no se unce el ganado y se le da bien de comer.
  • Por San Blas se cortan las extremidades de los rabos a las bestias y los pelos se queman con cera bendita.
  • Los dueños de los caseríos oyen misa, leen los evangelios y dan estipendios al clero.

Dichos o proverbios

  • Por San Blas, la cigüeña verás y si no la vieres, agua o nieves “Proverbio de Cascante “San Blas adelante o atrás” dicen en San Martín de Unx, cuando se atraganta uno.