REPORTAJE fotográfico de Jose Miguel Rodriguez Martinez.
Fuente: blogriojaalavesa.eus (9 de Diciembre de 2020)
“Hace frío a bulto, un frío del copón”, dice Josemi Rodriguez, el fotógrafo que mejor canta a Laguardia con sus luces y sombras. Si no tuviera que sacar a su perrita Pipi un par de veces al día, ni hubiera salido de casa…
Así que estas fotos, y este post, se lo debemos a Pipi.

La Sierra se viste y se desnuda una y otra vez con su traje blanco de novia.
Para muchos el invierno es frío, soledad, tristeza. Para los vitivinicultores es la clave del reposo, la reflexión, el análisis. “La época en que las plantas se desnudan completamente para verlas tal y como son”, como asegura el txakolinero Gari Ríos.
La viña se cura en esta época, elimina parásitos, se regenera. Por eso decimos que el invierno, que la nieve es un milagro. Si queremos una primavera brillante necesitamos un duro invierno que la alimente. De otra forma no sabremos ni dónde estamos.

Hojas caídas y heladas en los renques, formando parte de un paisaje eterno.
Sobre tus manos se derrama una gota de vino con niebla. El trago que calienta tu garganta, el que te lleva a pronunciar piropos para el sabio viticultor, para el santo enólogo y su vino. Tod@s, poco a poco, camino de la primavera.

Las nubes engalanan el cielo, y pintan la Sierra con su nieve recién parida.
La vid es una planta increíble, e increíblemente resistente. Tiene una capacidad brutal para adaptarse, tiene un poder vital que ha saltado de las cepas a los humanos, haciéndoles más resistentes de lo que fueron.

Suena un villancico “Hator, hator, mutil etxera…”
La nieve cicatriza, ahuyenta lo malo, impulsa a vivir, es un folio en blanco sobre el que escribir nuestros más intensos deseos de paz y prosperidad. Es vino. La nieve es vino.