Se encuentran en pastelerías de la Ribera de Navarra.

Son piezas individuales, aplastadas de forma un tanto redondeadas, que recuerdan a una hoja de parra, crujientes y quebradizas con un acusado sabor dulzón y anisado.

Para su elaboración precisa hacer previamente un caldo con agua, canela, limón y anís en grano. Se deja hervir durante un tiempo, se cuela y se deja enfriar. A ese caldo se le va añadiendo harina que se trabaja hasta que quede una masa homogénea. Se deja reposar y, mas tarde se hacen unas bolas que se estiran dándoles una forma que asemeja a la hoja de vid.

Historia
El día de Santiago es obligado comérselas en San Adrián que las considera, como producto autóctono, posiblemente lo sea, pero lo cierto es que hojas de parra se han frito en las cocinas domésticas de todos los pueblos de la Ribera Navarra, antes de pasar a las pastelerías.

Libro Cinco docenas de pasteles. Autor: Juan José Lapitz (†)