Autor: Juan José Lapitz/Académico de Número.
Publicado en: Saber y Sabor de “El Diario Vasco” (27/12/2014)
Las doce campanadas que suenen el próximo jueves por la noche lo harán más pausadamente que lo normal, con el fin de que quienes no queremos perder el ritual de comer las doce uvas, podamos hacerlo sin que se nos atraganten.
Yo quiero aprovechar ese momento para a una con mis lectores y con el refranero en la mano, desear lo mejor, gastronómicamente hablando, para los doce meses venideros.
Que llueva abundante el primer mes del año: «Lluvias de enero, llenan cuba, tinaja, aceite y pan. Aun cuando muchos, deseosos de que termine el invierno, los añoremos, que no tengamos sol y calor en el mes más corto: «Flor de febrero no va al frutero». Si al mes loquillo le da por calentar, los árboles se mueven, echan flor, que no fructifica y corren el riesgo de secarse por las heladas tardías.
Sepamos que «marzo con lluvias, buen año de alubias» y que si quieres tenerlo lozano, aunque sea en un tiesto, «Tu perejil siémbralo en abril». Pastores y labradores lo esperan: «Para mayo, el queso y el barbecho está hecho».
No esperes más para hacer mermeladas: «El albaricoque de junio, mejor que otro alguno» Ya empieza el calor. «En julio el melón toma sabor», aún cuando lo apreciemos más, por su frescor en plena canícula.
«El sol de agosto cría aceite y mosto», a pesar de que comienza a sentirse frio en el rostro. Dicen que «por San Miguel los higos saben a miel» y las uvas moscatel, también. La tierra está aún caliente. Las tormentas y lluvias comienzan a menudear, se diría que la tierra bulle». Octubre, mes setero, para mí lo quiero».
En noviembre, «El veranillo del membrillo o de San Martín, dura tres días y toca a su fín». Hay que encender la lumbre porque «En diciembre se hielan las cañas y se asan las castañas». Y al calor de ella, con la copa de txakolí en alto: «Urte berri on».