Autor: Juan José Lapitz/Académico de Número.
Publicado en: Saber y Sabor de “El Diario Vasco” (07/09/2014).
Con frecuencia he visto emplear indistintamente estas dos voces, para referirse a la presentación de productos, bien sean hortícolas, ganaderos o de fabricación artesanal (embutidos, quesos, etc.,) así como guisos, con el fin de obtener un premio. Con el diccionario en la mano podemos decir que un certamen es un concurso y que no todos los concursos son certámenes. El DRAE dice, refiriéndose a certamen: ”Concurso abierto para estimular, con premios, el cultivo de las ciencias, las letras o las artes”, y la definición de concurso es: ”Competición entre varias personas para obtener un premio”. Considerando el hecho de cocinar como arte culinario, a las competiciones de marmitako o bacalao al pil pil, las podremos nominar por igual con una u otra voz, pero no así a la presentación de los espárragos mas gordos de Navarra, que cada año se celebra en Dicastillo.
En Euskalherria somos bastante amigos de celebrar a lo largo de todo el año concursos de carácter gastronómico, pero, a la vez, somos bastante reiterativos, parece que no sabemos guisar mas que menestras en el caso de las verduras, los repetidos bacalao y bonito, cuando hablamos de productos de mar y calderetas de conejo o cordero. Las sociedades populares, principales organizadoras de estos eventos, tienen que ser mas imaginativas a la hora elegir el tema. Hay ejemplos a seguir como el Concurso de “sukalki” (especie de ragú) que este año ha celebrado su cincuenta aniversario en Mungia, congregando a 180 cuadrillas, o el de paellas que desde hace cincuenta y nueve años, el día de Santiago, utiliza las campas de Aixerrota, en Getxo, como inmensa cocina al aire libre.
Soy defensor de estos concursos, por que a lo largo de mi vida he visto, como jurado, la mejora, año tras año de las preparaciones presentadas, por ello me permito hacer algunas sugerencias como temas para nuevos posibles concursos. Sopas de ajo condumio habitual doméstico, pero también festivo, las noches de farra. La porrusalda, con sus infinitas variantes. Los chipirones en su tinta y a lo “pelayo” que deberían tener a Getaria como marco. La clásica merluza en salsa verde etc.
No olvidaría, con el fin de promocionar la huerta, los productos naturales, sean frutas o verduras, como el concurso de tomates que por tercer año organizan Slow Food, y la Gastronómica con la colaboración de Viveros Blasenea, que finaliza con la degustación gratuita, por el público, de los frutos presentados.